Scottsdale, Arizona - La prostatitis es un término general que abarca a un grupo de afecciones caracterizadas por una hinchazón o una inflamación de la glándula prostática que normalmente no es mortal. Pese a ser menos conocida que otros problemas médicos de la próstata, como el agrandamiento de la glándula o el cáncer de próstata, es la razón por la que anualmente acuden al médico alrededor de dos millones de hombres estadounidenses. Algunos tipos de prostatitis pueden ser complicados de diagnosticar y tratar.
La próstata es una glándula del tamaño de una nuez, que se ubica directamente debajo de la vejiga masculina. Una de sus principales funciones es la de producir el líquido (semen) que nutre y transporta a los espermatozoides. La irritación o la inflamación de la glándula prostática pueden ocurrir debido a varias razones: una fuga de orina cargada de bacterias desde la uretra a la próstata que ocasiona una infección; la colocación de una sonda u otro instrumento que tal vez introduce sustancias infecciosas; o según ocurre en muchos casos de prostatitis, la ausencia de una causa clara. Además, en la irritación de la próstata pueden también contribuir otros factores, tales como un traumatismo, mayor presión sobre la próstata, un sistema inmunitario extremadamente activo o incluso el estrés excesivo, aunque ninguno ha sido comprobado.
La prostatitis puede provocar una variedad de síntomas, entre ellos la necesidad frecuente y urgente de orinar y una sensación de dolor o ardor con la micción. Eso generalmente se presenta acompañado de dolor en la pelvis, las ingles o la columna lumbar. Si usted presenta alguno de esos síntomas, acuda al médico cuanto antes para evitar complicaciones, como una diseminación de la infección.
Existen cuatro tipos de prostatitis y dos ellas son producidas por bacterias. La prostatitis bacteriana aguda suele aparecer repentinamente y puede ocasionar fiebre, escalofríos, dolor y síntomas urinarios. La prostatitis bacteriana crónica también es producto de las bacterias, pero sus signos y síntomas normalmente se desarrollan con más lentitud y son menos graves. A veces, se presenta como la complicación de una prostatitis bacteriana aguda no tratada adecuadamente.
Los síntomas del síndrome de dolor pélvico crónico (prostatitis crónica) son muy parecidos a los de la prostatitis bacteriana crónica, pero no incluyen fiebre y los análisis tampoco muestran señal de bacterias en la orina ni en el líquido de la glándula prostática. En algunos casos, el descubrimiento de glóbulos blancos en la muestra de orina puede señalar la presencia de una inflamación. A pesar de que este sea el tipo más común de prostatitis, también es el más complicado de diagnosticar y tratar porque su causa es bastante incierta.
Por último, la prostatitis inflamatoria asintomática no produce ningún síntoma y normalmente se descubre durante un examen realizado por otro motivo. Por ejemplo, cuando se realiza un examen de detección del PSA para cáncer de próstata, se puede observar un aumento en el nivel sanguíneo del antígeno prostático específico (PSA, por sus siglas en inglés). La prostatitis asintomática, por lo general, no requiere tratamiento; pero cuando es necesario repetir el examen del PSA, el médico puede recomendar que primero se administre un ciclo de antibióticos para despejar la prostatitis.
El diagnóstico de la prostatitis requiere una muestra de orina para revisar si hay infección. A menos que la causa sea claramente bacteriana, la prostatitis suele diagnosticarse mediante la palpación de la glándula prostática. A fin de realizarla, el médico introduce un dedo enguantado dentro del ano para palpar la pared externa de la glándula. Una próstata inflamada generalmente se palpa agrandada y sensible. En algunos casos, puede ser necesario obtener una segunda muestra de orina después de masajear la próstata, porque eso empuja al líquido hacia la uretra y permite examinar la presencia de bacterias en ese líquido.
Cuando no se descubren bacterias ni glóbulos blancos, el médico puede recomendar más exámenes para descartar otras afecciones capaces de provocar los síntomas.
La prostatitis causada por bacterias puede tratarse con antibióticos. La duración del tratamiento varía, según el tipo de prostatitis. Si bien la prostatitis bacteriana aguda normalmente puede tratarse con un ciclo de antibióticos durante 4 a 6 semanas, la prostatitis bacteriana crónica generalmente es más resistente a los antibióticos y su curación puede requerir entre 6 y 12 semanas. En algunos casos, puede ser necesario administrar diariamente una dosis baja de antibióticos durante tiempo indefinido.
Si tiene problemas para orinar, el médico puede recetarle un bloqueador alfa para relajar los músculos conectados a la vejiga y a la próstata. Los analgésicos de venta libre, por su parte, pueden aliviar el dolor y las molestias. Otras terapias tal vez incluyan remojos con baños de asiento (del tipo que se coloca dentro del inodoro), biorretroalimentación (para enseñarle cómo controlar la respuesta de su cuerpo a ciertos estímulos) y ejercicios de fisioterapia. La acupuntura también puede ayudar con los síntomas de la prostatitis. (Adaptado de Mayo Clinic Health Letter).
Dr. Erik Castle, Urología de Mayo Clinic en Scottsdale, Arizona.