Dallas, Texas - Disponer de escasos conocimientos sobre salud constituye un gran obstáculo para que multitud de personas gocen de una buena salud cardiovascular o se beneficien de un tratamiento efectivo frente a ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades cardiovasculares, según un informe científico publicado en la revista Circulation de la American Heart Association.
Los conocimientos sobre salud no solo incluyen la capacidad de leer, sino también habilidades como ser capaz de preguntar acerca de nuestra salud, comprender documentos con terminología médica, realizar operaciones aritméticas básicas para tomar correctamente la medicación y negociar con los proveedores de la salud y las compañías de seguros. La incapacidad para realizar estas acciones de forma efectiva puede conllevar consecuencias graves para la salud.
El informe ofrece una descripción general de los problemas a los que se enfrentan las personas con escasos conocimientos sobre salud. Para ello, este informe se basa en la revisión de numerosos estudios sobre este aspecto publicados entre 2004 y 2016. Estos son algunos de los puntos destacados:
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Más de la mitad de las personas con escasos conocimientos sobre salud no fueron capaces de reconocer una lectura de presión arterial de 160/100 mmHg como anormal. Asimismo, disponer de escasos conocimientos sobre salud reduce entre un 1,8 y 2,7 las posibilidades de que personas con hipertensión sean capaces de controlarla.
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Las personas con escasos conocimientos sobre salud tienen más probabilidades de desarrollar adicción a la nicotina y 3 veces más de posibilidades de recaer tras seguir un programa para dejar de fumar.
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Las personas con diabetes y escasos conocimientos sobre salud tienen más probabilidades de desarrollar complicaciones derivadas de la enfermedad, como retinopatía diabética. Igualmente, estas personas tienen un 1,7 menos de posibilidades de utilizar un portal para pacientes en línea, una tecnología de comunicación y gestión de enfermedades cada más utilizada.
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Los padres con escasos conocimientos sobre salud tienen el doble de posibilidades de percibir como normal el peso de su hijo con sobrepeso.
“Las probabilidades de que haya una falta de entendimiento entre el proveedor de la salud y sus pacientes con factores de riesgo de cardiopatía, insuficiencias cardíacas y enfermedades cardiovasculares crecen exponencialmente”, afirma Jared W. Magnani, M.D., M.Sc., presidente del equipo de redacción del informe científico y profesor asociado de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, Pennsylvania. “Un gran número de pacientes no comprende el material escrito que recibe como parte de su asistencia sanitaria, o no dispone de las destrezas matemáticas suficientes como para entender la información cuantitativa. Del mismo modo, el sistema de asistencia sanitaria utiliza una cantidad considerable de terminología especializada que denominamos jerga”.
“Un paciente con escasos conocimientos sobre salud puede no comprender que un test de estrés calificado como “positivo” no es un buen resultado”, continúa Magnani. “Asimismo, instruimos a nuestros pacientes para que sepan identificar y cuantificar su ingesta de sodio e interpretar las etiquetas nutricionales en caso de que no sepan cómo”.
Según el comité, en la actualidad, solo el 12 por ciento de los estadounidenses disponen de los conocimientos sobre salud necesarios para orientarse con éxito en el sistema de asistencia sanitaria y las dificultades asociadas a esta falta de conocimientos empeorará con toda probabilidad. Según los datos del informe, disponer de escasos conocimientos sobre salud es un hecho habitual entre las minorías raciales y étnicas, las personas mayores, los ciudadanos con poco dominio del inglés y las personas con menos nivel educativo y menor estabilidad económica. Los autores del informe hicieron hincapié en el hecho de que incluso las personas con formación universitaria pueden tener escasos o insuficientes conocimientos sobre salud si no están familiarizados con la terminología sanitaria y se enfrentan a situaciones en las que no tienen experiencia.
“La última década ha visto numerosos avances tecnológicos y farmacéuticos en cuanto a la atención sanitaria, dispositivos cardíacos e iniciativas móviles para la salud junto con un énfasis cada vez mayor en la toma de decisiones consensuada y los resultados percibidos por los pacientes. Si no intentamos aumentar los conocimientos sobre salud de las personas, estos avances no beneficiarán a aquellos que más los necesitan”, afirma Magnani.
Los autores del informe abogan por el uso del sistema de precauciones universales, creado por la agencia federal para la investigación y calidad médica.
“Este conjunto de instrumentos nos recuerda que los conocimientos sobre salud no es un problema del paciente sino el resultado de las complejidades del sistema de prestación de asistencia sanitaria. Por otra parte, hace un llamamiento a los profesionales de la salud para que realicen cambios que mejoren el acceso a la atención sanitaria por parte de todos los pacientes”, sostiene Magnani. Estas son algunas de las estrategias recomendadas en el sistema para los proveedores de la salud:
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Evitar el uso de jerga e integrar imágenes como herramientas de enseñanza.
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Crear formularios, consentimientos informados y folletos fáciles de entender.
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Mejorar el seguimiento y el acceso telefónico de los pacientes.
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Pedir a los pacientes que lleven toda su medicación para que el proveedor de la salud pueda valorar el cumplimiento y la seguridad de la misma.
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Considerar la cultura, las costumbres y las creencias de los pacientes en su asistencia sanitaria.
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Vincular a los pacientes con apoyo de especialistas, gestión de casos y recursos comunitarios.
“Empleamos asistencia especializada para nuestros pacientes y esperamos que entiendan las razones para ello, así como que realicen cambios en su estilo de vida y se tomen la medicación a diario, algunos de ellos de por vida. Se lo debemos. Queremos asegurarnos de que comprenden perfectamente su estado y sus tratamientos”, afirma Magnani.
Los coautores del informe son: Mahasin S. Mujahid, Ph.D., M.S.; Herbert D. Aronow, M.D., M.P.H.; Crystal W. Cené, M.D., M.P.H.; Victoria Vaughan Dickson, Ph.D., R.N.; Edward Havranek, M.D.; Lewis B. Morgenstern, M.D.; Michael K. Paasche-Orlow, M.D., M.S.; Amu Pollak, M.D.; y Joshua Willey, M.D. Las declaraciones del autor se encuentran en el manuscrito.