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Written by Sharon Theimer Sharon Theimer
Published: 08 April 2018 08 April 2018

Rochester, Minnesota - La genética puede afectar enormemente la reacción corporal de una persona a los medicamentos. Este tema es un campo activo de estudio y se conoce como farmacogenómica. Muchos investigadores ahora estudian cómo puede la farmacogenómica mejorar los tratamientos médicos y personalizar los medicamentos para ajustarlos mejor a las necesidades individuales, al mismo tiempo que se minimiza el riesgo de efectos secundarios.

Tradicionalmente, los medicamentos se han recetado en base a la creencia de que un fármaco funciona aproximadamente igual en todas las personas, después de considerados algunos factores como edad, peso, sexo y otras enfermedades. Sin embargo, los últimos estudios muestran claramente que ese no es siempre el caso y que ajustar las dosis con el tiempo, según la respuesta al medicamento, es un proceso lento y complicado.

Como consecuencia de esto, la farmacogenómica, que es el estudio de cómo funcionan los fármacos sumado a la información conocida sobre los genes humanos, sirve para personalizar los medicamentos y sus dosis en base a la composición genética de las personas. Es un campo importante porque algunos medicamentos simplemente no funcionan igual en todos y parte de la razón puede ser la composición genética de cada individuo.

Un ejemplo es la codeína, analgésico que para funcionar bien necesita que el cuerpo sea capaz de convertirlo en morfina a fin de activarlo y aliviar el dolor. Alrededor de un 15 a 20 por ciento de la población no tiene la capacidad de metabolizar la codeína en morfina, debido a su composición genética. Eso significa que el medicamento no puede hacer lo que debería y que esas personas no encuentran el alivio que necesitan para su dolor, ni siquiera cuando toman el medicamento exactamente como se les recetó.

Otros fármacos que los investigadores también han identificado como influenciables por la genética incluyen algunos medicamentos para el tratamiento del cáncer, las enfermedades cardíacas, las enfermedades pulmonares, la infección por VIH, la artritis, el colesterol elevado y la depresión, entre muchos otros. Actualmente, casi 200 medicamentos tienen en sus etiquetas información respecto a biomarcadores farmacogénicos. Los farmacéuticos y otros profesionales que emiten recetas médicas pueden usar la farmacogénica para elegir los medicamentos correctos y ajustar las dosis con base en la genética.

Además de su efecto sobre cuán bien funciona (o no funciona) un medicamento, la genética también puede repercutir sobre los efectos secundarios de la gente ante un cierto tipo de fármaco. En algunos casos, la dosis estándar de un medicamento que normalmente se relaciona con pocos efectos secundarios, o con ninguno, puede desencadenar una respuesta mayor en las personas cuya composición genética las predispone a reaccionar ante ese medicamento. En el caso de los analgésicos fuertes llamados opioides, los investigadores intentan determinar cuál puede ser la función desempeñada por la genética en la adicción a estos fármacos poderosos.

Actualmente, los investigadores que exploran la farmacogenética estudian cómo identificar mejor las variaciones genéticas que afectan el funcionamiento de los medicamentos. Quizás igual de importante es que los investigadores también buscan cómo transmitir la información oportunamente a los proveedores de atención médica que recetan esos medicamentos y a los farmacéuticos que los dispensan, a fin de que puedan seleccionar los medicamentos adecuados en base a la genética personal.

La investigación en el área de la farmacogenómica es continua y aunque todavía se encuentra en las primeras etapas, en algún momento, posiblemente se aplique la farmacogenómica de forma habitual para que los proveedores de atención médica puedan recetar medicamentos personalizados al paciente, en las dosis correspondientes a su composición genética. Eso se traducirá en un cuidado específico, individualizado y eficaz para todos.

Dr. Timothy Curry, Centro para Medicina Personalizada de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.